Querido alumno:
Seré directa.
Me gustas y cada día que pasa va a más. Es un secreto a voces que no puedo acallar por más tiempo. Supongo que lo habrás notado, me temo que Carlos también.
Anoche, sin más testigo que mi almohada, me desdoblé para autocuestionarme y me pregunté por qué. Qué es lo que me gusta de ti. Por qué me ilusiona tanto verte aparecer. Y esto es lo que me contesté:
«Te diré por qué, querida Yo:
Me fascina ver cómo aparece con su carpeta llena de apuntes garabateados y recetas manchadas.
¿Te has fijado cuánto abre los ojos cuando descubre algo nuevo? Pareciera que quisiera grabar en su retina aquello que le asombra por primera vez. Los abre tanto que alcanzo a ver sus ganas y su hambre de conocimiento.
A menudo me descubro adivinando qué le deparará el futuro y apuesto a que le espera algo muy grande. No puede ser de otra forma, no es posible. Sería tan injusto. No sabes lo que daría por ver sus sueños hechos realidad. Por verle entre fogones disfrutando de su trabajo. Por verle bien. Feliz.
Miro una y otra vez aquellas fotos de los primeros días. Fotos que parecen de antaño y que apenas han cumplido unos pocos meses. Imágenes que delatan lo que hacía entonces y lo que es capaz de hacer ahora. No puedo evitar sonreír cuando veo las actuales. El amor…(suspiro)
Sé que a veces le invade la rabia. Sé que a veces se ve incapaz y se enfada consigo mismo. Seguro que a veces también se enfada con nosotros. Nadie dijo que esto era fácil. Pero créeme cuando te digo que va por el buen camino. No sabes cómo ha progresado, es increíble.
Me encanta hacer fotos de sus platos. Probarlos. Mirarlos. Disfrutarlos. Admirarlos. Guardarlos para mí y disfrutar de su evolución.
Cada vez más y, tras probar los platos, Carlos y yo nos miramos con cara de «Dios, ¿has probado esto?» y nuestra fascinación se demuestra en platos rebañados. No tienes ni idea de lo satisfactorio de ver que tu trabajo se materializa en arte, en arte culinario. Es amor, eso es lo que se siente.
No le deseo más que buenos platos, una vida profesional plena, eterno hambre de conocimiento y mucho rock&roll.
Dedicado a mis «cobayas» y a mis «buitres» (nuestros primeros alumnos).
A ustedes: Cojones/ovarios, cabeza y corazón.
Nada de aflojar. Todavía queda mucho por aprender. ¡Que siga la fiesta, muchachos!