Ya tienes el diploma en la mano y tu título de cocinero profesional. Tienes el conocimiento, la destreza y el know-how. Ahora falta llevarlo a la práctica, empezar tu camino y demostrarte a ti mismo lo lejos que puedes llegar con las herramientas que tienes en tu mano.
Sin embargo, el trabajo en cocina es un mundo más complejo que, por ser un trabajo bajo presión y donde se trabaja a contrarreloj, requiere de incorporar ciertas actitudes y buenas prácticas que te relanzarán allá donde quieras.
5 Errores que Sabotearán tu Carrera Profesional en Cocina
1. Actitud altiva y falta de honestidad.
Ya sé que lo repetimos mucho y que somos muy cansinos con el tema pero es taaaan importante…Hace un puñado de años los cocineros eran lo más parecidos a los piratas: rudos, sucios, hombres con las manos repletas de ampollas, dientes de oro, brazos tatuados, pañuelos en la cabeza empapados de sudor…Gente que cocinaba porque, se decía, “no servían para otra cosa”. ¡Como si hacer disfrutar a través del alimento fuera fácil!
Hoy, se conocen los nombres y apellidos de los mejores cocineros, con quién están casados y c-uántas estrellas Michelín tienen. Protagonizan anuncios de relojes y de coches y tienen casi el mismo caché que un futbolista. Los cocineros han pasado de librar mil batallas en la soledad de sus cocinas a ser radiadas e impulsadas por todos los medios de comunicación. De lo cual nos alegramos enormemente porque ello supone el reconocimiento de un oficio tan duro y digno como es la cocina pero todo este boom tiene un peligro que nos hemos encontrado en varias ocasiones: la falta de honestidad.
Llegar a un trabajo nuevo creyéndote “chef”, discutir con el jefe de cocina sobre la elaboración o la forma de preparar cualquier cosa, menospreciar el trabajo de cualquier compañero, cerrar los oídos y los ojos y no estar atentos a lo que un compañero puede enseñarte, andar con la cabeza alta mirando a la gente por encima del hombro…¡No más!
Toma nota:
– Llega al trabajo con una sonrisa.
– Abre los ojos y los oídos.
– No charlotees, a nadie le interesa (aún).
– Dedícate a hacer lo que te manden y observa. Observa cuál es la rutina y adelántate, ofrécete a realizar eso que sabes que hacen cada día. Por ejemplo si sabes que a cierta hora suelen ir al huerto a coger hojitas de hierbas aromáticas para emplatar y ya has terminado lo que te han pedido que hagas, ofrécete: “Ya he terminado de cortar todo y he limpiado el horno. ¿Necesitas que vaya a coger
– Detecta qué aspecto de un cocinero valoran: ¿Repiten una y otra vez que la limpieza es muy importante en su forma de trabajar? Pues llega siempre aseado, cumple con todas las normas básicas de higiene y mantén tu partida siempre impecable.
2. Trabajar sin entender el trabajo en equipo
La cocina es como una familia. No eliges a las personas con las que te ha tocado compartir tu tiempo y no te queda otra que aguantar la forma de ser de cada uno de la forma más democrática posible porque serán muchas horas las que compartáis juntos. En multitud de ocasiones se compara el trabajo profesional de cocina como una orquesta, una sintonía perfecta de movimientos que concluyen en un plato armonioso (qué cursi, ¿no?).
Eres el último mono. No esperes cambiar las cosas a tu forma de trabajar, a tu forma de hacer las cosas ni a tu formación. En cada cocina encontrarás diferentes maneras de hacer la misma cosa, aprovecha eso para enriquecerte y no para criticar ni menospreciar. No esperes que la gente se amolde a ti y que entiendan tu manera de ser. Tú has de ser quien se adapte al ritmo de la cocina, a sus bromas, su manera de ver la cocina y a la relación entre compañeros.
3. No avanzar. Anclarse.
Lo digo mucho también: la cocina es una disciplina viva. En cocina jamás se deja de aprender. Cada día llegan nuevos ingredientes procedentes de lugares remotos del mundo, nuevas formas de preparar y de tratar un producto, nuevas técnicas de cocción. No puedes quedarte sólo con lo que aprendiste en la escuela. Seguir formándote te mantendrá despierto, atento, alerta. Estar en un círculo de personas con tus mismas inquietudes hace que no te relajes, que tu cabeza no pare de idear y que tengas hambres de saber más. Que sigas amando tu oficio, que no te aburras, que no te estanques. Seguir sintiéndote ese pedazo de cocinero que algún día te sentiste y fuiste.
4. Quejas y más quejas.
Adopta una política de 0 excusas. No hay nada que irrite más en una cocina que una persona que nunca asume responsabilidades o que culpa a otros de sus fallos. No te excuses, reconoce que te has equivocado y busca la solución lo más rápido posible.
Recuerda que el momento del servicio no es para gritar, discutir y tomar actitudes que concluyan en un mal resultado. Soluciona las cosas en el momento y, cuando salga la última comanda por el pase, entonces soluciona tus desavenencias.
5. No te encariñes con la mediocridad
A menudo veo profesionales estancados y aburridos en su trabajo que hacen las cosas sin ganas, sin sonreír sin pasión. Títeres que actúan por inercia sin pensar, sin disfrutar. No permitas que eso ocurra porque te llevará al fracaso profesional y personal.
Nunca te conformes con tus habilidades. Como te contaba un poco más arriba, no te estanques. Busca impulsores que te vuelvan a llenar de ilusión y te recuerden por qué elegiste esto: asiste a congresos o jornadas, haz seminarios profesionales o cursos avanzados, complementa tu formación y refuerza los puntos que más se te resisten, lee, suscríbete a alguna revista gastronómica, mantente al día, no te desvincules de tu mundo. No caigas en el aburrimiento, te llevará a la mediocridad, a conformarte con cocinar cualquier cosa, mal y rápido y seguir esperando a que llegue la hora de salir por la puerta.
Grábate a fuego el principal motivo por el que elegiste la cocina como tu profesión y pelea por alcanzar esa vida que te ilusiona y te apetece vivir.